La casa deportiva británica más elegante fue fundada en enero de 1919 por el ingeniero, diseñador y empresario Walter Owen Bentley junto con su hermano Horace.
El primer automóvil de la marca se remonta a 1921, 3 litros, cuatro cilindros que en la variante deportiva y en los siguientes modelos conquistarán numerosas victorias en las carreras de las 24 horas de Le Mans.
Satisfecho con la velocidad de aprendizaje y la fiabilidad de los automóviles, el equipo de la marca decidió retirarse del mundo de las carreras para centrarse en la fabricación, pero a pesar de los distintos éxitos, la compañía sufre una crisis, hasta tal punto que la marca Rolls Royce debe comprarla para volver a situarla en una buena posición en el mercado. El primer coche de este nuevo curso se remonta a 1933: el 31/2 litros, que no es más que la versión más agresiva del Rolls 20/25, pero de gran confort. Después de la Segunda Guerra Mundial y durante los años siguientes, la fabricación se basa principalmente en chasis y carrocerías totalmente de acero.
En los años setenta, la marca se enfrenta a uno de los peores períodos, porque los automóviles son, a todos los efectos, Rolls Royce con diferentes marcas, y los clientes prefieren comprar los originales directamente con la característica estatuilla del Spirit of Ecstasy colocada en el radiador.
Afortunadamente, la situación mejoró en 1980 con el lanzamiento de Mulsanne, un modelo de lujo que le da a la marca más deportividad; con el coupé Continental R de 1991 que finalmente difiere de la estética de Rolls Royce, y también con el Bentley Azure de 1995, que conquista a muchos multimillonarios por su estilo inconfundible y atemporal.
El verdadero avance, sin embargo, tiene lugar en 1998 cuando, comprado por el grupo Volkswagen, debuta en 2003 el modelo Continental GT, un coupé y gran turismo con un potente motor 6.0 W12, construido en la plataforma Phaeton con nuevos parámetros estilísticos, que crearán la nueva identidad de la marca británica de los próximos modelos de la distinguida firma.